lunes, 29 de marzo de 2010

Feliz Semana de Pasión (Os deseo)




Los que me seguís, ya sabeis (porque lo he contado) que disfruto enormemente con cualquier preparativo, en este caso solo son cinco días, en busca del Sur, solo deseo que luzca el sol que me ayude a recargar las pilas, para pasar otro tramo. Con un poquillo de suerte y si el Maldonado no se equivoca, podré sentir el placer de la arena humeda en mis pies y sentarme frente al mar a divagar, que es lo que mejor se me da.
Mientras tanto un poco histérica con maletas arriba y abajo, que quito que pongo.... en fin que me alegro que exista la Semana de Pasión y que espero disfrutarla.
He llegado del trabajo con la música de Fito a todo meter en el coche, os dejo una de sus canciones que más me gustan, hace tres semanas estuvo en mi ciudad y me lo pasé pipa en el concierto, intenté buscar en youtube este concierto y aún no lo han colgado, así que os dejo un directo de los mejores que conozco de él la gira de 2007 en Madrid 30 de Diciembre.




Hasta pronto. Eritia



martes, 23 de marzo de 2010

El jardín de las Hespérides ( 2ª parte)


Calles empinadas, estrechas, azul y blanco, blanco y azul, una mirada esquiva en la ventana de alguien que nos vigila. Susurros, palabras ininteligibles, un niño jugando en la calle, otro montando en bicicleta.

-Eritia hasta aquí, no más, estás entrando en la Medina….vayamos al zoco, ya volveremos.

Al intentar volver por nuestros pasos, las calles habían cambiado, azul , blanco y ocre, el color de la tierra, olor a hierbabuena y a cal, los sentidos se agudizan y el olfato trae, poderoso, los recuerdos vividos……

Sabemos que estamos muy cerca.

-Un intento más y lo dejamos, dije.

La mirada esquiva ya no era tal, había grupos de personas que nos miraban con descaro y sabíamos que hablaban de nosotros.

Mi hijo bajaba la cabeza, podía oir como latía su corazón.

Los niños que antes jugaban en la calle sin prestarnos atención ahora nos seguían, a tres pasos nuestros, realizaban nuestros mismos movimientos tímidos, paraban cuando parabamos, andaban a nuestro ritmo….

- Miguel, creo que estos niños quieren jugar contigo, hazles un gesto de complicidad, sonríeles y espera su respuesta.

- Mamá por favor haz caso y salgamos.

Y allí apareció otro Miguel, sonriente bajando en bicicleta con la bolsa cargada de naranjas colgada del manillar, que nos llevo directamente y a paso rápido en busca del objetivo.



Sus ojos mirando al mundo eran los mismos que yo conocía tan bien, tres pasos más y a la izquierda, ya está, las gitanillas colgando de la ventana, la torre con el minarete mirando al puerto… la casa donde nació y vivió su padre, las emociones a flor de piel y la mirada esquiva de calles atrás, se convirtió ahora ya segura de que nadie podía andar por allí, si no fuese porque buscaba algo. Se acercó y preguntó.

-¿Quién eres?
-¿Quienes son tus padres?

El resto ya lo podrán imaginar, los grupos de mujeres ya se hicieron ahora visibles, hospitalarios y cercanos, como son ellos. Los recuerdos que no eran míos nos inundaron a los tres.

Miguel, jugó con los chavales, cogió sus bicicletas y se movió por esas calles que al principio se nos resistían como si hubiera nacido allí…

Mi marido se reencontró con los momentos vividos y yo, abracé esta tierra como mía, tan mía que cuando tuve que elegir mi nombre para este espacio elegí el nombre del mejor jardín de Larache: El jardin de las Hesperides.


Fueron tres días inolvidables para todos, sentimos de una manera especial el participar en la cultura y las esencias de esta histórica ciudad, viva, muy viva.


-Hassan te equivocaste de hora, nuestro barco sale a las ocho de la tarde y son las once de la mañana.

- No, no equivoco, quiero que tu tranquila, llegarás a la hora al barco, yo espero, no problema.

Hassan esperó por nosotros hasta las seis de la tarde sentado en la terraza del hotel España.

Miguel en la despedida giró su cabeza mientras decía adiós a sus nuevos amigos y comentó lo rápido que había pasado el tiempo. El sol en esa tarde de primavera bajaba hacia la línea que separaba el mar atlántico de un cielo dorado.


Larache.

Bella y esbelta
mirando a su delta.
De peineta sus alminares.
Su rostro, por Helios besado de día
y de noche alabado por Selene.
En su pecho, amor eterno
y mezcla de confesiones.
Su falda de jardines.
Un pie en frondosa tierra
y el otro, en azul de los mares.
En las Hespérides su templo de flores.
En los meandros de su río,
el camino de las veleidades
De allende los mares.
Esta es nuestra villa,
esta es mi Larache.

Mohamed Sibari (poeta y escritor en español de Larache)


-

lunes, 22 de marzo de 2010

El jardín de las Hespérides (1ª parte)




Tarifa 8.00 am

Decidimos coger el primer ferry de la mañana con destino Tánger, tan solo catorce kilómetros separan dos mundos. Treinta minutos en el estrecho, alternativa de vida para tantos, cambios profundos para otros y emociones garantizadas para todos.

Nos dirigíamos a Larache una pequeña ciudad al norte de Marruecos en la costa atlántica.

La mañana, recién llegada la primavera, aparecía cálida, con un viento del sur suave y buenas condiciones en el estrecho. Dispuesta a realizar parte de la travesía en el exterior me situé en cubierta a sabiendas de que el viento en cuanto nos alejáramos un poco de la costa empezaría a ser molesto.

Eritia se siente bien en esta tierra, forma parte de ella, ella es Eritia, abstraída en su propios pensamientos miraba al Grande situándose en el borde buscando, buscándose, a la izquierda las columnas de Hércules, mi padre, a la derecha mi jardín mi casa Eriteia y camino del Atlas,

Regresé al mundo real cuando una enorme ola salpicó mi cara y mi hijo tiraba del chubasquero para decirme que estábamos dirigiéndonos a la bocana del puerto de Tánger.

Esta vez era una visita especial estaríamos tres días en Larache, una ciudad no incluida en los circuitos turísticos, preparaba yo a mi hijo para lo que iba a vivir, sabía que el choque sería fuerte, abandonaría por unos días la vida cómoda a la que está acostumbrado, a cambio, descubriría que existen otros mundos, otras gentes, otras culturas y algo más…

Primera sorpresa, suena el móvil, en el puerto nos esperaba una persona a la que no conocíamos y con la que solo nos unía una conversación en red a través de una asociación y una llamada de teléfono.

- Llevaré gafas de sol y una gorra marinera azul marino, yo os encontraré.

Trabajaba en un Ministerio de Marruecos, y dejó momentáneamente su trabajo para recibirnos, y buscar a alguien de su confianza que nos llevara en taxi hasta Larache, el arregló todo, el viaje, el importe. Todo. Gracias Sam , en el rico Norte no estamos acostumbrados a tantas atenciones ni tenemos asumido ese concepto de la hospitalidad.

Hassan nuestro chofer y guía tenía su coche brillante, recién lavado, al principio distante, una vez que iniciamos el viaje fue relajándose, al tiempo que nos hablaba de sus costumbres, de su trabajo, de la pobreza en la que vivía su país, nos dio un paseo de una hora para realizar la ruta por la costa y mostrarnos su orgullo de pertenecer a éste país.

Hotel España, Larache. Mediodía. Plaza de España, ahora, Plaza de la Liberación, centro neurálgico de la ciudad, blanca y azul, habitación con balcón a la misma como habíamos pedido. Terrazas llenas de ciudadanos que nos contemplan, auscultan, revisan, se preguntan en definitiva que hacemos allí. También se lo empieza a preguntar mi hijo, el tiempo ha empezado a detenerse.


-Cuantos días dices que vamos a estar aquí? Pregunta

-¿ Y que vamos a hacer todo este tiempo?

El panorama ciertamente no era muy alentador para un chaval de doce años, se sentía nervioso, inseguro, empezó a contemplar la pobreza, protestas.

Buscamos un restaurante que nos habían recomendado, abrieron creo que solo para nosotros, pedimos situarnos en una mesa al lado de una ventana frente al mar, imponente.

Durante la comida, estupenda, mi hijo no pudo más y comenzó a llorar en silencio, ese llanto que te llega al alma porque no conlleva protesta, ni ira, y a mi se me vino el mundo encima, empecé a pensar que me había equivocado.

Acabamos tomando el postre en la terraza de una cafetería más “occidental” para que se sintiera un poco mejor,

- Hummm...... este zumo de naranja es el mejor que he tomado jamás, ¿puedo tomar otro?

- Ya sabes que tu padre dice que son las mejores naranjas del mundo, claro que puedes Miguel.

En el segundo zumo, el chico que atendía nuestra mesa, ya sabía que mi hijo se llamaba Miguel ,y cada vez que volvimos por allí, que fueron bastantes ya no preguntaba, solo decía “ Zumo de naranja para Miguel”. Es el trato, la cordialidad y una sonrisa la que empieza a obrar el milagro de la confianza, por encima del status, por encima de las diferentes culturas.



Seguira...

miércoles, 17 de marzo de 2010

Mis cafés con Ana II (y alguien más)



Aún no había acabado de comer cuando comenzó a sonar Summercat la melodía en el móvil que identifica a Ana.

- ¿Podemos quedar esta tarde?
- Si, claro dame un ratito aún estoy comiendo.
- ¿Podrás tener toda la tarde libre?
- En principio no, pero si es necesario puedo arreglarlo.
- ¿Nos vemos donde siempre?
- Ok.

-Hola Ana, ¿ocurre algo?

Ana y yo solemos, ya lo sabéis, quedar casi todas las semanas para tomar café y charlar un ratito, en los últimos tiempos como casi siempre yo hablo mientras ella escucha. Otras veces, tengo que sacarle las palabras con sacacorchos pero no importa, su rostro suele reflejar sus estados de ánimo como nadie. Con solo verla a lo lejos en la cafetería puedo predecir como está ese día o como le han ido las cosas desde que no nos vemos.

Hoy, cuando llegué la vi sentada como siempre en nuestro rincón favorito, jugando con la cera de las velas, realizando diminutas bolitas y componiendo con ellas pequeños círculos, para después intentar formar de nuevo con el calor de sus manos una bola más grande.

Sin embargo, algo me decía que esa no era una tarde más, había cambiado el color de su pelo y lo llevaba recogido en una coleta alta, poco habitual en ella, se había maquillado ligeramente, pero de forma muy cuidada, y llevaba una cazadora vaquera de color gris, que no le conocía, su aspecto me hizo pensar que algo bueno había ocurrido y que su estado de ánimo era mejor que en los últimos tiempos.

Nos saludamos como siempre con dos besos y pude comprobar que había recuperado un perfume que le regalé hace ya unos cuantos años y que hizo suyo, identificándose tanto con ella que se podía percibir su presencia allí donde estuviera por todos los que la conocíamos, potenciando una personalidad y elegancia natural que de por sí tenia.

-No ocurre nada en especial, me preguntaba si tendrías un poco más de tiempo que en otras ocasiones y había pensado que podíamos realizar un pequeño viaje y tomar nuestro café en un sitio distinto que tengo interés en conocer.

Durante el camino podemos charlar o escuchar música y volveremos pronto como de costumbre.

Nos pusimos en carretera, a las dos nos gusta conducir, en esta ocasión era ella, yo busqué entre los CD habituales y coloqué el que más adecuado me parecía para la ocasión, sonaba Born in The Usa, Bruce nos gustaba a ambas y era el marco perfecto para aquella tarde, lucía un sol tibio de principio de primavera que traspasaba el cristal.

Había esa tarde un halo especial, ninguna dijimos nada pero nuestras cabezas andaban por el mismo sitio, parecía una aventura de adolescentes, tal vez una huida hacia delante, o simplemente ganas de trasgredir alguna norma marcada por la sensatez, la responsabilidad o la edad.

Inmediatamente empezamos a recordar momentos que ambas habíamos compartido años atrás, recordamos nuestras risas de juventud y nuestras pequeñas locuras de adolescentes.

En un momento Ana elevó la velocidad del coche, yo la dejé hacer, 140, 150, 160, venía un enorme camión de frente, Bruce seguía sonando, en ese momento, Ana dijo: cerremos los ojos, fue un segundo tal vez dos, nuestro cuerpo se llenó de adrenalina, gritamos al unísono, abrimos los ojos y nos desviamos al arcén.

El camión paró al otro lado de la carretera, de él bajó un hombre vociferante, asustado y muy nervioso, al vernos calló y solo preguntó si estábamos bien, contestamos que si y le pedimos disculpas por el enorme susto que le habíamos dado.
Lo único que se me ocurrió decirle era que nos acercábamos a tomar café a un hotel próximo y que si quería venir le invitábamos, a cambio le regalaríamos la historia y una buena conversación.


Ana por fin consiguió hacer la bola de cera grande, yo pagué los cafés y nos despedimos.

- ¿Como fue la tarde? Mañana tengo examen de francés ayudame con este ejercicio porfa, se me ha atascado.

Lo miró con delicadeza, sonrío y le pasó la mano por la cabeza.

- Te ayudo, si primero me pones ese disco que tanto me gusta de The Boss.

Como habrán ya adivinado el conductor del camión era Ridley Scott y fuimos nosotras las que le dimos el esbozo del guión para su inolvidable película Thelma y Louise.

viernes, 5 de marzo de 2010

El Futuro a los 93 años




Uno de mis ritos habituales en las mañanas es escuchar la radio antes de irme a trabajar. Suelo andar por la casa con un pequeño transistor que voy llevando conmigo a cada habitación por la que me muevo. Normalmente no le presto demasiada atención a esas horas, porque las noticias las había oído mientras desayunaba y salvo temas urgentes, se repiten continuamente durante la mañana.

A esa hora suelen programarse las tertulias de carácter político y posteriormente, una entrevista a personajes bien a políticos, o a cualquier otra persona que esté de actualidad.

Mientras tanto, yo sigo a esa hora en mis actividades a contrarreloj y cuando llega el momento, marcho y cambio el rito de oir las noticias por otro que es escuchar música en el coche camino del trabajo.

En la mañana de ayer la entrevista que se realizaba era a José Luis Sampedro, fantástico y emblemático catedrático de economía y escritor.

Nada más comenzar la entrevista paré en las tareas que realizaba para poder escuchar a éste hombre porque lo que estaba diciendo y sobretodo como lo estaba diciendo bien merecía unos minutos de dedicación, aunque ello supusiera un pequeño retraso en el ritmo habitual.

Pocas veces alguien me ha trasmitido con tanta claridad y rotundidad un mensaje. En la actualidad tiene 93 años y tal claridad de ideas, tal conocimiento de la realidad social y de las tendencias del futuro que eso hizo que me impactara profundamente.

Cualquiera podría esperar de una persona ya anciana como es él, que transmita sabiduría por supuesto, pero es que este hombre no solo transmite sabiduría, que tambien, si no que nos traslada una energía y vitalidad fuera de lo normal. A su edad, sigue haciendo una vida que el define no como de trabajo, pero casi, escribe cada día, pasea y contempla desde su ventana el mar que le aporta serenidad. Habla de la muerte (la suya) como algo cercano, con tal naturalidad que pareciera que fuera una de sus clases en la universidad impartida a terceros y como si no fuese con él.

Se expresó con lucidez , conocimiento, experiencia y con la libertad que le da el estar de vuelta de muchas cosas y que le permite ser como quiere ser, políticamente correcto o incorrecto, llamar al pan pan y al vino vino.

Chapeau! señor Sampedro, cuanto me hubiera gustado recibir de usted una de sus clases.

Me he ceñido tan solo al perfil humano, aunque sus respuestas en la entrevista son muy dignos de tener en cuenta, especialmente en su análisis del futuro inmediato.


Os recomiendo el fantástico post que sobre el fondo del tema se ha escrito en el blog moralypolitica.blogspot.com