martes, 15 de marzo de 2011

Japón







Palpo el océano trepando la montaña más alta
Y siento la helada soledad de un solitario instante
Ardo e inquiero por alas


Shinishi, samurai de la Casa de Ledo

martes, 14 de diciembre de 2010

Adiós Maestro


Por hacernos la vida un poco más feliz, por transgresor, por acercarnos algo más a los grandes, por haber transformado lo clasico en moderno sin perder la calidad. Por esa cercanía tuya en los conciertos, por envolver todo en un halo único cada vez que cantabas. Adiós Enrique.

Adiós Maestro




martes, 7 de diciembre de 2010

Y a pesar de todo, seguimos aquí



Domingo de invierno. Frío, mi madre y mi hermano regresan al mediodía, habían marchado dos horas antes a un sorteo, eso es lo único que sabía, era el año 75. Yo, la pequeña de cuatro hermanos, no sabía muy bien que estaba pasando. Mi madre entra en casa con la cara demudada, llorando y muy nerviosa. Mi hermano la consolaba sin conseguirlo. Pregunto que ocurre, mi madre gritando me dice: Tu hermano se va al Sahara. No sabía que era el Sahara, intuí que aquello era muy grave, pero ingenua e inocentemente dije: Entonces, ¿ese es el premio que le ha tocado en el sorteo? Recibí una mirada que me dolió más que si me hubiera soltado una buena bofetada.

Mi hermano se fue a hacer la mili al Sahara, era el último reemplazo coincidiendo con la Marcha Verde. Acababa de morir Franco y mi madre conocedora de la situación política vivió desquiciada todo aquel tiempo. Mi casa nunca volvió a ser la misma, la tristeza y el nerviosismo se apoderó de ella.

Para mi hermano, supongo tambien, que aquello debió de ser duro, muy duro, pero nunca dijo nada al respecto. Jamás habló de lo que vivió allí. Su vida cambió para siempre, a los ocho meses tuvo que ser trasladado de urgencia a un hospital de Canarias, le habían contagiado de una hepatitis con una de esas vacunas que les ponían habitualmente. Ese hecho le mantuvo durante un año en cama y secuelas para el resto de su vida. No tuvo que volver a El Aaiun, pero pasó el resto de la mili de hospital en hospital.

Decía antes, que nunca contó lo que vio y vivió, pero debió de sufrir. A partir de entonces mi hermano se sintió, y así continúa, muy cercano a la lucha que mantiene el pueblo saharahui y el Frente Polisario.

Le admiro. Le admiro mucho, es de ese tipo de personas que hace y dice poco de lo que hace, justo lo contrario de la mayoría que dicen mucho y no hacen nada. Su solidaridad con ese pueblo no ha quedado solo en acoger a niños en verano. No. Ha sido más, pero eso tampoco lo cuenta. Ayer hablamos de la situación actual en el Sahara, le pregunté sobre ello y me contestó que las familias con las que ha mantenido un contacto especial están ya todas en España, haciendo su vida, trabajando y estudiando, pero que esas familias tienen a su vez, más familia. Que mal me siento, yo soy de las que hablo y no hago.

Haciendo zapping, veo a Elsa Punset en El Hormiguero, si, ahí, yo también aluciné, ¿Qué hace en este programa? Luego reflexioné. Si, está, ¿por qué no va a estar? Me quedé unos minutos, luego ya no lo pude soportar más, hablaba sobre la venganza y los efectos de la misma sobre las personas que sentían esos deseos. Intentaba demostrar científicamente lo malísimo que es vivir con esos sentimientos. Finalizaba diciendo que al final si practicabas la venganza era muy malo, terrible, porque tendrías un enemigo más, como si el que te hubiera hecho antes la faena hubiera sido tu amigo. No pude aguantar más, me volví a preguntar sobre los méritos más allá de los apellidos para dirigirse “urbi et orbe”.

Acudí a una reunión con el tutor de mi hijo, me dice que todo va genial, que es un chaval brillante y que sus notas están todas por encima de notable. Nos pregunta que carrera va a estudiar y dónde. La fastidiamos, dijimos la verdad, inmediatamente pude ver su gesto contrariado, recogí velas rápidamente y dije que aún no lo tenía claro, que faltaba dos años, evasivas, para evitar…. Evitar. No es conveniente hablar claro, le perjudicaré. Otra vez me sentí mal, porqué no decirle que no estudiará aquí, que odio las capillas y las castas universitarias, que la Universidad de Salamanca no es ni de lejos lo que fue, que se la han cargado, que los grupos que pululan por ella y que contienden a muerte cada vez que hay que elegir rector están a lo suyo. Duele, eso duele hay que defender lo que tenemos, y mantenerlo a toda costa como no, es lo nuestro, lo de siempre. Horror.

Y hablando de castas, capillitas, familias, como queramos llamarlas, me sorprendo mientras escribo con una noticia: El espacio aéreo está paralizado, la familia “controladora” hizo su huelga salvaje. Los señoritos de mínimo 300.000 al año, querían darle en el morro y bien fuerte a la otra casta, a la política, pero no, no se la han dado a ella, nos la han dado a todos. Ya, sé que era un puente y que habrá algunos que pensarán que al fin y al cabo los que marchaban de vacances son unos privilegiados. Pero no, no es eso, nos han puesto a los pies de los caballos, nos han convertido en el hazmerreír de todo el mundo. Ya. Sé también que realmente somos eso ante el mundo, pero estos capullos no tienen derecho, ningún derecho a poner patas arriba a este país. Si alguien tiene derecho a ello a `poner todo patas arriba, son los que realmente lo necesitan, los que no llegan a fin de mes, los que no tienen trabajo ni perspectivas, los chavales que tendrán que dejar de estudiar porque sus padres no podrán pagarles sus estudios, los chicos que tendrán que irse de éste país a trabajar porque aquí no tienen sitio. Este gobierno necesita que alguien le ponga contra las cuerdas, pero estos no. Estos no.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Al cruzar el Negrón*



No hace falta que me aleje mucho, son solo 50, 100 o 200 km. En tiempo, media hora, una o dos. La distancia y el tiempo que necesito para salir, reflotar, pensar, mirar con otros ojos, liberar mi mente y disfrutar. Ayer cumplí años, hasta eso lo tengo en contra, no me gusta el Otoño.

Cambio mis campos extensos de color ocre, por el verde y el azul. Mi niebla por un cielo blanco y azulado. Mi frío por la lluvia calida. En algún momento me perdí, no me siento, no me adapto, salté por edad, de una generación a otra, mi pensamiento no se corresponde con mi edad y mi físico tampoco. Mis gustos, mis deseos no son los que debieran ser: No soy correcta, no soy conservadora, no adoro mis raíces como otros, no me resigno al Dios dirá. Pienso como alguien de treinta y pasé la mediana de los cuarenta. Trabajo con gente mucho más joven que yo, que no me comprenden, me siento rara entre ellos y creo que también ellos conmigo.

Me gustan las ciudades que tienen mar, me gusta su olor, me gustan sus gentes. Fuimos a Gijón e hicimos una excursión hasta Llanes pasando por la fantástica playa de Torimbia. Abajo, a lo lejos, batiéndose entre unas fantásticas olas, había tres chicos, supongo, los veía desde lo alto haciendo surf. Sentí envidia, una enorme envidia. Comí en Lastres unas fabes con andaricas (nécoras) que recordaré durante mucho tiempo, lo mismo que a un simpático camarero que me reprochó no ser capaz de dejar de fumar y alguna inconveniencia más que no pondré aquí. Se lo agradecí, me gusta la gente clara y directa.

Junto a la gran escalera de la playa de San Lorenzo, en su paseo marítimo, me reconcilié con la vida observando como una anciana retando al frío, la lluvia y el viento y aún vestida de domingo, bajaba por la rampa hacia el mar que allí batía con fuerza. Levantando su falda luchaba entre el quiero y no puedo para introducir sus pies en el agua, lo consiguió y pude ver, desde lejos, como la felicidad iluminaba su rostro. Está demás decir que el mío también.



Vino a mi memoria lo que me ocurrió hace unos días cuando paseaba por mi ciudad con una amiga en medio de una conversación anodina, reiterativa y repleta de tópicos a la que interrumpí diciéndole:

- ¿Has pensado alguna vez donde compraremos nuestra ropa cuando seamos mayores?
- Que tontería, pues donde todo el mundo.
- No, yo no.
- Que rarita eres hija, siempre igual.

Nos pidieron los DNI en la recepción del hotel,

- Eritia, cuando vas a cambiar la dirección de tu carnet, hace años que no vivimos ahí, parece que venimos de incógnito.

- Es que venimos de incógnito, pero tú aún no lo sabes. Nunca la cambiaré.
- Tienes razón no la cambies jamás.



*Túnel del Negrón, extenso túnel de 4,1 km que une la provincia de León con el Principado de Asturias.

lunes, 18 de octubre de 2010

Menudo lío...


Verán ustedes, desde hace unos cuantos años para acá y no solo en este país, si no en casi todo el mundo occidental, las estructuras familiares han cambiado de forma notable. Hay familias monoparentales, familias compuestas por dos hombres, dos mujeres, familias mixtas con hijos de varios matrimonios, hijos biológicos e hijos adoptados etc.

Mi familia es una de estas. Tanto mi marido como yo somos divorciados. Mi marido tiene dos hijos de su primer matrimonio y ambos, tenemos un hijo en común. Yo no tengo hijos de mi primer matrimonio pero adoro a los dos hijos mayores de mi marido y esto es así, no de palabra, es realidad. Los conocí siendo ellos unos niños y ahora, que son mayores, ellos son los que están formando sus nuevas familias.

Los tres hermanos mantienen una relación entrañable de la que me siento orgullosa. Viéndolos juntos nadie podría decir que no hubieran sido, los tres, hijos de una familia tradicional. Mi hijo siempre tuvo a gala tener dos hermanos mayores y jamás, desde que tuvo uso de razón, ocultó ni supuso problema alguno para él, contar a sus amigos, en su cole, o en su equipo de futbol, la existencia de hermanos de distinta madre. Aunque no hayan vivido juntos, debido a su diferencia de edad - cuando mi hijo nació, su hermano pequeño ya tenía 19 años - noto que echa mucho de menos una relación más continua con ellos. Actualmente cuando por algún motivo tengo que realizar algún viaje por motivos profesionales y su padre me acompaña, esta semana pasada ha ocurrido, se va a casa de su hermano y este simple hecho constituye un motivo de celebración.

Esta situación nos muestra que otras formas de convivencia son posibles, que la familia cuando se quiere, funciona y que da igual que la formación de la misma sea tradicional o no. Es una cuestión de actitud y no de estructuras.

Toda esto viene a cuento de que en un futuro muy proximo la familia va a aumentar; Los dos mayores esperan un bebé, si, los dos casi al mismo tiempo, uno en Febrero y otro en Marzo.

Mi hijo va a ser tío por partida doble, mi marido va a ser abuelo y yo no se muy bien que es lo que voy a ser. No es una cuestión de afectos, no. A mi me da igual, yo querré a esos dos pequeñajos de los que no se si voy a ser abuela, abuelastra, tia abuela, madre de su tio, esposa de su abuelo o vete tu a saber que seré, con locura, porque ya los quiero.

Hemos evolucionado mucho, si, pero me pregunto yo, porqué carajo, si a estas alturas en la que se reconoce legalmente el matrimonio entre personas del mismo sexo, en el que se reconocen jurídicamente derechos de familias de hecho, aunque no de derecho, y con un idioma tan rico como el que tenemos no se haya ocupado nadie aún de encontrar un nombre que nos identifique sin que este sea peyorativo o con otras connotaciones a las personas que vivimos situaciones similares.

Y también me pregunto porqué carajo habiendo avanzado tanto como hemos avanzado, no se regulan laboralmente estas peculiaridades familiares. Por ejemplo, cuando se casó hace tres años uno de ellos yo tuve que coger un día de asuntos propios para asistir a su boda, ya que no me correspondía licencia reglada para estos eventos.

Tal vez sea que no hemos avanzado tanto, o tal vez solo se actua de cara a la galería para que de manera oportunista se consiga el puñado de votos suficiente para el partido que lo propuso.

Visto lo visto y como no suelo conformarme con lo presente y porque creo que estas cosas ya deberían de haber estado solucionadas, admitiría propuestas de nombres para sugerir a la Real Academia Española a solucionar este aspecto, y para que de paso nos ayude a los que tenemos este pequeño problema a solucionar nuestro lío.

lunes, 27 de septiembre de 2010

La Cita de mi vida


Habíamos quedado a las seis de la tarde y estaba muy nerviosa por el hecho. Llevaba varios días esperando esta cita pero por distintos motivos tu habías tenido que retrasarla, supongo que no estabas lo suficientemente preparado. Llevábamos varios meses intentando conocernos, habíamos practicado distintas formas de comunicación, pero nos faltaba lo más importante, vernos e identificarnos. No sabíamos si nos íbamos a gustar aunque presentía que si , que aquello podía funcionar. Estaba tan nerviosa y había fantaseado tanto con el momento que sentía miedo de mis reacciones y mi comportamiento.

El sitio elegido era publico naturalmente, había bastante gente a mi alrededor y empecé a mirar el reloj. Parece que se retrasa, sin embargo, yo, había sido muy puntual, tal vez demasiado, dudas de nuevo, tal vez soy un poco imprudente, Por fin llegaste, eran las seis y diez. Me gustaste a primera vista pero necesitaba contemplarte un poco mas de cerca, había demasiada gente en torno a nosotros y yo sentía que nos escrutaban, miradas, comentarios, el mundo seguía con su ritmo normal, pero nosotros, desde el principio, iniciamos una comunión extraña.

Poco a poco la gente se fue yendo y nosotros lo agradecimos. En aquel momento decidí que en la vida hay que ser valiente y que a veces solo existe un momento y ese hay que aprovecharlo. Fui osada, lo reconozco. Aposté fuerte e inicie una conversación tan intima que creo que te asusté, me miraste con tus hermosos y enormes ojos y me regalaste tu mejor sonrisa. Eras mi hijo y acababas de nacer; Septiembre 1995 seis y diez de la tarde. Ni un solo día de tu vida has dejado de enamorarme, cada día me has regalado un beso, una sonrisa, un gesto, una mirada, una complicidad. Sin duda fue la cita de mi vida.


Esta fue la primera entrada de mi blog hace aproximadamente un año, estaba dedicada a Miguel al igual que hoy.

lunes, 30 de agosto de 2010

Mi verano


Parece ser que sí. Definitivamente, rápidamente avanza. No consigo detener el tiempo. Mi tiempo se marcha. No son las vacaciones, no solo es eso. Cada verano es mi verano, necesito la luz, necesito del sol, del olor imprescindible de las mañanas. Mis sonidos, el rumor, las risas, las confidencias. Mi tiempo, para mí, y para los míos. Mis viajes, y mis ganas de vivir.

No. No me voy a deprimir. Ni quiero ni debo, pero tampoco quiero utilizar mis días en recargar pilas ¿Qué pilas? ¿Para qué? ¿Qué es lo que merece que mis deseos, mis gustos y mis pensamientos sean entregados a esas rutinas esclavizantes e interesadas que me esperan durante otro largo año? No, todo eso no lo regalo.

Disfruté de este verano, mucho más movido que los anteriores. Me gusta viajar, una de mis grandes aficiones, afortunadamente tengo una persona a mi lado que comparte mis gustos y que también favorece y fomenta lo que son mis pequeñas locuras de verano.

Me perdí en la mejor puesta de sol que haya visto nunca en la playa del Palmar de Vejer. Es mi preferida. Me ilusioné con la gente que más quiero en Los Caños de Meca. Me sentí caprichosa mirando “La pequeña Lulú” el mejor bar de copas en La Breña. Me volví a enamorar en Bolonia, contemplando la inmensidad del Estrecho. Rememoré la batalla de Chiclana en sus lomas. Lloré frente al faro de Trafalgar, como casi siempre. Reí a mandíbula batiente en Sancti-Petri, y me enredé entre la multitud por las calles de Tarifa.

Casi tuve que enfadarme para hacer mis escapadas hacia el Norte. Cada verano tendemos a complementar nuestro viaje grande al sur con esas salidas imprescindibles para mí. Pasé frío. Quien lo diría en este caluroso verano, pero me daba igual, porque sabía que esa humedad y frío eran algo transitorio. Han sido escapadas fugaces. No cambiaría los pinchos de Vitoria, la inmersión maravillosa en la Euskadi más profunda y desconocida. Mis paseos por Gijón o el fantástico deambular bordeando la bahía de Santander.

Los días tranquilos en mi casa madrugando para que sean más largos, apurando cada minuto, los segundos. Mis noches de desvelo, sin agobios, sin nervios porque daba igual. Al día siguiente, me decía, estaré también aquí, media vuelta y la radio bajo la almohada. Desde ahí pude escuchar las noticias de actualidad antes que otros, programas de radio que desconocía que existiesen, músicas nuevas para mí. De una de esas noches os dejo a este fantástico pianista; Herbie Hancok, que reunió a un grupo de grandes artistas para interpretar en un trabajo llamado Imagine Project. Aquí os lo dejo, me ha encantado.