domingo, 27 de junio de 2010

Nueve Lunas


Tu mano pequeña se agarró fuertemente a la mía. La calidez de la piel fresca y seca produjo sensaciones en mi espíritu, devolviéndome a tiempos pasados. Una felicidad olvidada trajo recuerdos alojados en mi mente y, sin poderlo evitar, mis ojos se inundaron de matices salados que, sin control, conformaron unas lagrimas emocionadas ante el espectáculo de la vida que protagonizas.

Tus ojos desafiantes, aún sin ver, respondían a mis insinuantes muestras de cariño que percibía recíproco. De ese modo dabas un saludo a una vida recién inaugurada.

Cinco minutos, tan solo cinco, y se produjo el milagro. Los afectos afloraron. Mutuos. De reconocimiento. Acomodándose.

Miré hacia atrás y pude comprobar como mi hermano, intentaba inútilmente controlar también las lagrimas que se le escapaban, acostumbrado a hacerse el fuerte no pudo escapar al maravilloso misterio que acababa de producirse, cruzamos nuestras miradas y con un guiño de complicidad unimos nuestras manos. Inevitablemente surgió el recuerdo del tiempo vivido muchos años atrás, cuando él me cogía de la mano para llevarme al colegio o a jugar.

El pequeño David acababa de nacer, el hijo de mi sobrina. Bienvenido pequeño.

sábado, 5 de junio de 2010

La primera tarde de verano


Llegó el verano y con él, cambiaron las formas y costumbres. Dándole la bienvenida, como un invitado más, comenzó a sonar la música que lo identifica, me busqué un rinconcito en mi jardín y lo convertí en mi zona chill out, con mi portátil siguiéndome y mi música favorita; Un CD hecho con cariño, especialmente para mí, donde deposito mi tiempo, mi pasado, mi presente, mis sueños, mis alegrías y mis penas, mientras escribo suena en mi equipo Dust in the wind, de Kansas, medio gin-tonic de Bombay azul, y un cigarrillo de chester.

El buda de mi jardín Zen me mira con ojos infantiles, mientras Miguel me comenta el libro que tiene entre manos, yo no sería capaz de leerlo, La Alternativa de Rudolf Bahro, sin embargo él está emocionado con ese viejo libro. A lo lejos, en la otra parte, oigo a mi hijo gritar “golaaazo” mientras juega un partidillo con los amigos. Interactúo con mis amigos blogueros, en este caso Toro y Josef, que presiento hacen lo mismo que yo en esta tarde de sábado, presumo que también tranquila y apacible para ambos.

Cambia la canción y ahora es Angie de los Rolling, va por ustedes amigos por compartir la tarde conmigo.