lunes, 18 de octubre de 2010

Menudo lío...


Verán ustedes, desde hace unos cuantos años para acá y no solo en este país, si no en casi todo el mundo occidental, las estructuras familiares han cambiado de forma notable. Hay familias monoparentales, familias compuestas por dos hombres, dos mujeres, familias mixtas con hijos de varios matrimonios, hijos biológicos e hijos adoptados etc.

Mi familia es una de estas. Tanto mi marido como yo somos divorciados. Mi marido tiene dos hijos de su primer matrimonio y ambos, tenemos un hijo en común. Yo no tengo hijos de mi primer matrimonio pero adoro a los dos hijos mayores de mi marido y esto es así, no de palabra, es realidad. Los conocí siendo ellos unos niños y ahora, que son mayores, ellos son los que están formando sus nuevas familias.

Los tres hermanos mantienen una relación entrañable de la que me siento orgullosa. Viéndolos juntos nadie podría decir que no hubieran sido, los tres, hijos de una familia tradicional. Mi hijo siempre tuvo a gala tener dos hermanos mayores y jamás, desde que tuvo uso de razón, ocultó ni supuso problema alguno para él, contar a sus amigos, en su cole, o en su equipo de futbol, la existencia de hermanos de distinta madre. Aunque no hayan vivido juntos, debido a su diferencia de edad - cuando mi hijo nació, su hermano pequeño ya tenía 19 años - noto que echa mucho de menos una relación más continua con ellos. Actualmente cuando por algún motivo tengo que realizar algún viaje por motivos profesionales y su padre me acompaña, esta semana pasada ha ocurrido, se va a casa de su hermano y este simple hecho constituye un motivo de celebración.

Esta situación nos muestra que otras formas de convivencia son posibles, que la familia cuando se quiere, funciona y que da igual que la formación de la misma sea tradicional o no. Es una cuestión de actitud y no de estructuras.

Toda esto viene a cuento de que en un futuro muy proximo la familia va a aumentar; Los dos mayores esperan un bebé, si, los dos casi al mismo tiempo, uno en Febrero y otro en Marzo.

Mi hijo va a ser tío por partida doble, mi marido va a ser abuelo y yo no se muy bien que es lo que voy a ser. No es una cuestión de afectos, no. A mi me da igual, yo querré a esos dos pequeñajos de los que no se si voy a ser abuela, abuelastra, tia abuela, madre de su tio, esposa de su abuelo o vete tu a saber que seré, con locura, porque ya los quiero.

Hemos evolucionado mucho, si, pero me pregunto yo, porqué carajo, si a estas alturas en la que se reconoce legalmente el matrimonio entre personas del mismo sexo, en el que se reconocen jurídicamente derechos de familias de hecho, aunque no de derecho, y con un idioma tan rico como el que tenemos no se haya ocupado nadie aún de encontrar un nombre que nos identifique sin que este sea peyorativo o con otras connotaciones a las personas que vivimos situaciones similares.

Y también me pregunto porqué carajo habiendo avanzado tanto como hemos avanzado, no se regulan laboralmente estas peculiaridades familiares. Por ejemplo, cuando se casó hace tres años uno de ellos yo tuve que coger un día de asuntos propios para asistir a su boda, ya que no me correspondía licencia reglada para estos eventos.

Tal vez sea que no hemos avanzado tanto, o tal vez solo se actua de cara a la galería para que de manera oportunista se consiga el puñado de votos suficiente para el partido que lo propuso.

Visto lo visto y como no suelo conformarme con lo presente y porque creo que estas cosas ya deberían de haber estado solucionadas, admitiría propuestas de nombres para sugerir a la Real Academia Española a solucionar este aspecto, y para que de paso nos ayude a los que tenemos este pequeño problema a solucionar nuestro lío.