jueves, 4 de noviembre de 2010

Al cruzar el Negrón*



No hace falta que me aleje mucho, son solo 50, 100 o 200 km. En tiempo, media hora, una o dos. La distancia y el tiempo que necesito para salir, reflotar, pensar, mirar con otros ojos, liberar mi mente y disfrutar. Ayer cumplí años, hasta eso lo tengo en contra, no me gusta el Otoño.

Cambio mis campos extensos de color ocre, por el verde y el azul. Mi niebla por un cielo blanco y azulado. Mi frío por la lluvia calida. En algún momento me perdí, no me siento, no me adapto, salté por edad, de una generación a otra, mi pensamiento no se corresponde con mi edad y mi físico tampoco. Mis gustos, mis deseos no son los que debieran ser: No soy correcta, no soy conservadora, no adoro mis raíces como otros, no me resigno al Dios dirá. Pienso como alguien de treinta y pasé la mediana de los cuarenta. Trabajo con gente mucho más joven que yo, que no me comprenden, me siento rara entre ellos y creo que también ellos conmigo.

Me gustan las ciudades que tienen mar, me gusta su olor, me gustan sus gentes. Fuimos a Gijón e hicimos una excursión hasta Llanes pasando por la fantástica playa de Torimbia. Abajo, a lo lejos, batiéndose entre unas fantásticas olas, había tres chicos, supongo, los veía desde lo alto haciendo surf. Sentí envidia, una enorme envidia. Comí en Lastres unas fabes con andaricas (nécoras) que recordaré durante mucho tiempo, lo mismo que a un simpático camarero que me reprochó no ser capaz de dejar de fumar y alguna inconveniencia más que no pondré aquí. Se lo agradecí, me gusta la gente clara y directa.

Junto a la gran escalera de la playa de San Lorenzo, en su paseo marítimo, me reconcilié con la vida observando como una anciana retando al frío, la lluvia y el viento y aún vestida de domingo, bajaba por la rampa hacia el mar que allí batía con fuerza. Levantando su falda luchaba entre el quiero y no puedo para introducir sus pies en el agua, lo consiguió y pude ver, desde lejos, como la felicidad iluminaba su rostro. Está demás decir que el mío también.



Vino a mi memoria lo que me ocurrió hace unos días cuando paseaba por mi ciudad con una amiga en medio de una conversación anodina, reiterativa y repleta de tópicos a la que interrumpí diciéndole:

- ¿Has pensado alguna vez donde compraremos nuestra ropa cuando seamos mayores?
- Que tontería, pues donde todo el mundo.
- No, yo no.
- Que rarita eres hija, siempre igual.

Nos pidieron los DNI en la recepción del hotel,

- Eritia, cuando vas a cambiar la dirección de tu carnet, hace años que no vivimos ahí, parece que venimos de incógnito.

- Es que venimos de incógnito, pero tú aún no lo sabes. Nunca la cambiaré.
- Tienes razón no la cambies jamás.



*Túnel del Negrón, extenso túnel de 4,1 km que une la provincia de León con el Principado de Asturias.