Susurraba mimosa, “No me quiero ir, no me quiero ir”, lo decía en alto esperando que el milagro sucediese, que alguna vez su voz fuese escuchada, que los milagros existieran, que el mundo acabase y la cogiera allí. Que se fundiera por y para siempre, que sus sueños se hicieran realidad, no podía existir otro momento, era ese y lo quería atrapar.
Sucedía ésta misma mañana, la calidez del sol recién estrenado, el primer sorbo del café, el intenso olor de la higuera del jardín, el sabor a sal inundándolo todo, la luz dolorosa sobre mis ojos claros, la calidez de los buenos días dichos con la cercanía de la buena gente del lugar, que dejó de ser amable, para ser también amiga.
- Esta noche soñé con el atún de la cena de anoche, dale mi enhorabuena al nuevo cocinero.
- No. Dásela tú. Es él.
- Jamás probé un sashimi como el de ayer. Lo juro... Lo que dije es cierto, he soñado con él.
Es mi comida favorita, y este su mejor momento, piezas capturadas allí mismo, hace menos de veinticuatro horas de ello; El atún rojo.
Mi hijo me regaló por el día de la madre, una estancia de fin de semana, en el hotel “La Breña” en Caños de Meca y aprovechando el cumpleaños de mi marido, lo amplié regalándonos un día más, tres días, tres.
Ha sido un fin de semana emocionante. Por fin, tras varios años intentándolo, he conseguido ver de cerca una almadraba, la de Barbate, calada a unas tres millas de la costa, entender este arte de pesca milenario, ver los atunes en el cerco, conocer el laberíntico entramado de redes para posibilitar la entrada de los mismos y facilitar su captura, de manera natural, sin dañar la especie, sin poner en peligro la continuidad es una experiencia como pocas.
Me gusta venir a los Caños. Esa mezcla romántica de los años setenta, la juventud que todo lo inunda e impregna. Un cierto aire snob que unido a la gente del lugar, el apego a sus costumbres y un ligero toque canalla, todo ello confiere a la zona un ambiente especia en el que me siento bien.
Descubrí, por casualidad, hace tres años el hotel donde me alojo. Desde ese momento me reservo siempre unos días para ir; Pequeño, coqueto, cercano, familiar, siete habitaciones, solo siete, y siempre ocupadas por los asiduos que repetimos año tras año, porque habéis conseguido con vuestra profesionalidad y saber hacer, Alberto y José Manuel, convertir vuestra casa en la nuestra en la de todos que por allí pasamos.
Pierdo mi vista en el horizonte, camino entre las dunas veo caer el agua de los caños, paro y sueño, me siento, y siento como la vida fluye. De como, la felicidad, sorbo a sorbo se puede saborear.
Gracias, hijo, por quererme tanto y conocerme tan bien.
Sucedía ésta misma mañana, la calidez del sol recién estrenado, el primer sorbo del café, el intenso olor de la higuera del jardín, el sabor a sal inundándolo todo, la luz dolorosa sobre mis ojos claros, la calidez de los buenos días dichos con la cercanía de la buena gente del lugar, que dejó de ser amable, para ser también amiga.
- Esta noche soñé con el atún de la cena de anoche, dale mi enhorabuena al nuevo cocinero.
- No. Dásela tú. Es él.
- Jamás probé un sashimi como el de ayer. Lo juro... Lo que dije es cierto, he soñado con él.
Es mi comida favorita, y este su mejor momento, piezas capturadas allí mismo, hace menos de veinticuatro horas de ello; El atún rojo.
Mi hijo me regaló por el día de la madre, una estancia de fin de semana, en el hotel “La Breña” en Caños de Meca y aprovechando el cumpleaños de mi marido, lo amplié regalándonos un día más, tres días, tres.
Ha sido un fin de semana emocionante. Por fin, tras varios años intentándolo, he conseguido ver de cerca una almadraba, la de Barbate, calada a unas tres millas de la costa, entender este arte de pesca milenario, ver los atunes en el cerco, conocer el laberíntico entramado de redes para posibilitar la entrada de los mismos y facilitar su captura, de manera natural, sin dañar la especie, sin poner en peligro la continuidad es una experiencia como pocas.
Me gusta venir a los Caños. Esa mezcla romántica de los años setenta, la juventud que todo lo inunda e impregna. Un cierto aire snob que unido a la gente del lugar, el apego a sus costumbres y un ligero toque canalla, todo ello confiere a la zona un ambiente especia en el que me siento bien.
Descubrí, por casualidad, hace tres años el hotel donde me alojo. Desde ese momento me reservo siempre unos días para ir; Pequeño, coqueto, cercano, familiar, siete habitaciones, solo siete, y siempre ocupadas por los asiduos que repetimos año tras año, porque habéis conseguido con vuestra profesionalidad y saber hacer, Alberto y José Manuel, convertir vuestra casa en la nuestra en la de todos que por allí pasamos.
Pierdo mi vista en el horizonte, camino entre las dunas veo caer el agua de los caños, paro y sueño, me siento, y siento como la vida fluye. De como, la felicidad, sorbo a sorbo se puede saborear.
Gracias, hijo, por quererme tanto y conocerme tan bien.
Menudo regalo, eso que me pierdo yo por no tener hijos...saborea el momento y disfrútalo con intensidad.
ResponderEliminarUn beso wapa.
Enhorabuena por tener un hijo con un detalle que no se olvida.Gracias por compartir con nosotros esos momentos.
ResponderEliminarBesos
Eso es un regalo de maravilla... bueno dos regalos... uno que recibes de tu hijo, lo que habla bien de los dos... y el otro que nos das tu al contarnos de regalos y sueños...
ResponderEliminarBesos.
Que regalo tan bonito.
ResponderEliminarY que agradecidica que eres...
:)
Besos.
¡HOLA ERITIA!
ResponderEliminarNada como un regalo, echo con cariño y sapiencia.
Saludos de J.M. ojeda.
Felicidades.
Se publico tu comentario no te preocupe..tarde en validarlo..un beso y gracias...
ResponderEliminarQue precioso detalle el de tu hijo! Esas escapaditas renuevan nuestras energías por un buen tiempo!
ResponderEliminarBesitos,
bonito post, sisi.
ResponderEliminarsigue habiendo almadraba en Barbate? creí que debodo a la escasez de atún rojo ya no se hacia. es una pena que, de momento, se siga sin dar con la fórmula para evitar la extinción de este magnífico y sabroso pez.
ResponderEliminarGran relato.
Besos.
Josef, sigue habiendo 4 Almadrabas en Cadiz, la de Tarifa, Zahara, Conil y Barbate, la de Barbate además es la única que es de ida y vuelta, con lo cual se mantiene hasta pasado el mes de Julio cuando retornan los atunes después de haber deshovado en el Mediterraneo.
ResponderEliminarEste año se han reducido las capturas y España ha sido el país más perjudicado, con el cupo asignado 2500 toneladas, El total de Europa son 7000 y pico toneladas. Como tú bien sabes no es precisamente la almadraba el arte que puede provocar la extinción del mismo, más bien lo contrario, en la almadraba solo se captura el Tres por ciento de los atunes, y solo se capturan los atunes adultos de más de setenta kilos, con lo cual se salvaguarda el mantenimiento de la especie. Son más bien otros paises y otras formulas de pesca las que pueden dar al traste con esta especie.
Este era el perfil que había:
ResponderEliminarESTRELLAS EN MI NOCHE:
En la noche negra/
lloré todas mis estrellas/
vestido de adiós/
y de melancolía/
después fijé los ojos/
en su hermosura atroz/
y cuanto más las miraba/
más bellas lucían/
con un fulgor azulado/
enamorando al cielo entero/
y viéndolas brillar/
en la noche de mi alma/
resucité deslumbrado/
en el sepulcro de su ausencia/
mi corazón volvió a latir/
como adolescente enamorado/
mi deseo de ellas/
mutó en tormento irresistible/
así que trepé imparable/
por la escalera de sueños/
para de nuevo abrazarlas/
entre mis palabras.
Besos.
Gracias por la aclaración sobre el tema de las almadrabas Eritia. Y tienes razón, hay otras formas de pesca en las que incluso se pescan y asesinan delfines, porque muchas veces viajan siguiendo a los atunes o viceversa...
ResponderEliminarUN abrazo.